Un día me paseaba por allí, tan inmersa en mis
pensamientos que al cruzar la calle no vi el semáforo en rojo. Oí el chillar de
llantas y me vi en el suelo. Dentro de mi cabeza se formaron mis momentos de
felicidad y tristeza, mi cara en un mar de lágrimas, mis pulmones a estallar
por la risa, las interminables clases, los brazos de mi madre, los besos de mi
padre…. Cuando por fin logre reaccionar sentí unas manos que me tomaban
fuertemente por la cintura, la sangre rodaba por mi rodilla pero no le preste atención….
Mi vista estaba fija
en ti.
No me conocías, no te conocía, pero aun así
arriesgaste tu vida por salvarme. Al ver como corría peligro saltaste frente al
coche que debía embestirme y me diste una segunda oportunidad. Yo al ser dueña
de un corazón sin sueños ni ilusiones no podía creer que alguien como tu, con
todo un futuro por delante arriesgaras tu vida por mi.
Pero así fue
Estaba boca abajo y tu me sostenías, al ver que
volvía en mi me giraste y al preguntarme “¿estas bien?” con esa voz tan dulce,
no pude evitar llorar.
Sentía mis
mejillas mojadas. Creías comprender, era lógico llorar por el susto pero mis
lágrimas no tenían nada que ver. Me habías salvado, me habías sacado del abismo
en el que estaba sumida, de ese lugar al que el sol, por muy fuerte que fuera,
no podía llegar.
Y me tendiste la mano
Tenías que sacarme de allí lo más rápido
posible, alejarme de las miradas curiosas para poder comprobar que todo estaba
en su sitio. Tome tu mano, su calor llego al fondo de mi corazón y después de tanto
tiempo logre sentir mi sangre fluir como
nunca. Me puse de pie y para mi sorpresa, sentí dolor. Después de pasar años
lastimándome a mi misma, sea por egoísmo
o por simple cobardía, había logrado olvidar que sentía dolor, pero gracias a
ti
Recupere lo que me
define como humana.
Al ver mi sufrimiento decidiste que era mejor
no dejarme andar, y me cargaste. Me elevaste del suelo y viste que estaba
cubierta de polvo y de que mi camisa estaba rasgada; Me sentaste en una banca
cercana y te quitaste la chaqueta, la
pusiste en mis hombros y me volviste a cargar. Seguía sin comprenderlo puesto
que en mi afán de aislarme nunca permití que nadie me tendiera una mano, yo era
autosuficiente y no necesitaba ayuda…
Es gracioso como en un
segundo puede cambiar una ideología.
Toque mi frente, el bulto que se había formado
al dar contra el suelo era inmenso pero no me importaba, era gracias a ello que
te había conocido. Llegamos, me sentaste en el sofá y espere. Regresaste, un
balde con agua en una mano y un botiquín en la otra; Y empezó el proceso de
curación. Sentía el agua oxigenada haciendo de las suyas, escociéndome como
solo la soledad podía hacerlo…
Y volví a tener esos ojos verdes en los míos
Al ver mi dolor tú cara aparentemente impasible
cambio y vi mi sufrimiento reflejándose en ella, rápidamente me pusiste la gasa
y ese proceso termino. Sentía como iban sanando las heridas de mi cuerpo y de
mi corazón. El hematoma en mi frente era lo que mas preocupación te causaba, lo
lavaste con agua y jabón mientras yo sentía tu amor tan real y tan puro, logrando
despertar una sensación nueva para mí, volviéndome incapaz de contener las lágrimas
Las cuales secaste con tus dedos
Faltaba
mucho por andar. Los moratones eran de un color rojo carmesí… y antes de poder
ocultarlos tus ojos se fijaron en ellos…en los moratones antiguos, aquellos que
nadie se había preocupado por curar. Oculte mi cara tras mi cabello pues
faltaba lo peor, todas aquellas cicatrices que tiempo atrás consiguiera. No
pude ocultar la vergüenza y el dolor que sentía, pensé por un momento que te
había perdido,
Pero estaba equivocada
Tus manos, las que me habían demostrado esa
fuerza de vida que me embelesaba, pasaban hielo sobre mi piel con una dulzura y
ternura desconocida para mí. Entendí entonces que mi pasado, mis golpes, mis caídas, eran
irrelevantes para ti. Veías en mi lo que nadie, a ese ángel que pedía auxilio
mientras perdía sus plumas en la lluvia. Vi por fin las razones por las que
habías arriesgado todo por una desconocida.
Volví a sentir mi corazón,
Palpitando como nunca, diciéndome a
gritos que no había muerto, que estaba vivo y que necesitaba de ti. Esas mismas
manos apartaron los cabellos de mi cara y los
ojos verdes que lograron despertar tanto en mi me mostraron todos tus
sentimientos. Te acercaste lentamente, sabias que necesitaba de ti como tu de
mi. Las lágrimas se acercaron a mis ojos una vez más pero eran diferentes; Eran
mi forma de transmitirte mis sentimientos, eran mi forma de establecer un
comienzo,
Mi forma de darle la bienvenida a un beso…
Midori 020607!
q mal poema o asaber ke es
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