domingo, 9 de mayo de 2010

En automatico BIS

Griseaba un día tormentoso en Hillvalley-Hillsvalley mientras Mr. Greengrass plateaba su asador de naranja agria con cebolla y pimientos verdes como la grama del color del porro que te metías antes y después del coito premarital. Ya sabes tu como le gusta a ella que le mientas mientras se cree en exceso lo que le dices, desparpajo de hombre imbecil e idiota como las docenas de gaviotas que se roban los sándwiches de la gente rica que llega y se sienta en el portal de mi casa para verme pasar con el piercing en forma de lunar, como el coche que se queda en la entrada del antro de poder y expedición bizantina de esas que se cuelan en los huesos de helechos vibrantes y sonantes que trepan y se rempujan contra las ramas de los árboles viejos y sin sentido como esto que estoy escribiendo mientras la señal del wifi se vuelve loca y viene y va como mi madre: sin una sola gota de conciencia y cuanto menos cómica y graciosa pero sin mayor capacidad para pensar. Y es que de nuevo Mister Greengrass solo piensa en lo que tiene en el asador, deseando que sea costilla y no puñal de esos que dañan a la gente cuando no se atreve a mirar atrás al oso danzando en el globo con nieve en la repisa de la recamara matrimonial que lleva polvo acumulado, con los años desocupado de tanto dormir y soñar.

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