miércoles, 2 de junio de 2010

Jodidamente bueno

Después de pensármelo un poco me decidí. Tendría que probarte, a ver si tanta habladuría era cierta. No me emocionabas mucho si te soy sincera, algo de ti no me convencía, quizás el que fueras tan bien aceptado a pesar de tus efectos probablemente nocivos para cualquier chica decente pero ya sabes como soy, impulsiva, decidida e imprudente. Al verte en la lista de presentes no pude sacarte de mi cabeza así que después de un par de cervezas le di rienda suelta a mis bajos instintos y procedí a dejarme seducir por ti. Estaba claro que tu color achocolatado solo conseguía que mis ganas de tenerte en mi boca fueran creciendo. Mi nariz se llenaba de tu aroma embriagante y un frenesí incontrolable tomaba posesión de mis manos que temblaban sabiendo que el momento de tocarte se aproximaba. Cuando por fin logre acercar mis labios supe que serias dulce, suave y satisfactorio. Todo lo que siempre había esperado que fueras. Efectivamente, al probarte, tenerte dentro y terminar contigo, mi querido ruso blanco, supe que eras uno de los mejores tragos que me había tomado en mucho tiempo.

Sinceramente: ¡estabas jodidamente bueno!

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